TANQUE DE IDEAS

Tengamos en cuenta la huella hídrica 

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El cálculo del agua gastada en cualquier proceso industrial está adquiriendo cada vez mayor relevancia en las estrategias de crecimiento sostenible. En el ahorro de agua estamos todos implicados: los consumidores finales, las empresas productoras y los comerciantes.

El concepto de la huella hídrica fue desarrollado en 2002 por el holandés Arjen Ysbert Hoekstra, de la Universidad de Twente, quien la definió como toda el agua utilizada en la cadena de suministro de un producto. Esto incluye no sólo el agua incorporada al producto en sí mismo, sino la que se ha contaminado, la devuelta a otra cuenca o al mar e incluso la evaporada en todos los procesos. De este modo, la huella hídrica vincula tanto a las empresas productoras como a los consumidores finales y las cadenas de distribución.

El equipo de Hoekstra estableció que cada persona tenía una huella hídrica anual de 1.385 metros cúbicos, es decir, el volumen de media piscina olímpica cada uno, lo que equivale en nuestros días a una huella hídrica global de 7,45 billones de metros cúbicos anuales. Es el volumen de agua dulce que usa la humanidad para vivir. 

El concepto de la huella hídrica es similar al de la huella de carbono, que indica el volumen de la emisión de gases de efecto invernadero generados por cualquier proceso industrial.

La agricultura es el sector que más agua consume (entre el 70 y el 90 %, dependiendo del país), y por ello los alimentos y productos de origen vegetal son los que presentan mayor huella hídrica. El café y la carne de bovino se llevan la palma. Según datos de la Water Footprint Network, para producir 1 kg de café torrefacto se emplean unos 18.900 litros de agua, por lo que cada taza de café tiene una huella hídrica de unos 130 litros; es decir, al beber una taza de café, estamos en realidad “bebiendo” 130 litros más de agua. 

En el sector del plástico, el polipropileno (PP) es el que presenta menor huella hídrica en su fabricación que cualquier otro plástico comercializado actualmente. Para producir 1 kg de PP se precisan tan sólo 43 litros de agua, un volumen mucho menor que los 62 litros necesarios para fabricar 1 kg de polietileno tereftalato (PET). La fabricación del PLA, obtenido del almidón de maíz (un producto agrícola), tiene aún mayor huella hídrica: 68 litros de agua por kilogramo producido.

La consideración de la huella hídrica está adquiriendo cada vez mayor relevancia en las estrategias globales de crecimiento económico. Junto con la huella de carbono, es una herramienta imprescindible para la evolución sostenible de la humanidad, y su reducción es un factor clave en la evolución hacia la economía circular.